Cuando el oso baje
Por Francisco Prendes Quirós
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Cuando el oso que abrazó a Favila, -página
de la historia, mito y leyenda-, baje de
nuevo a Llueves el sábado 18 de este mayo que nos viene lluvioso, ventoso y
florido, ¿Qué rey, qué reino, que súbditos, y con qué problemas, va a encontrar
el buen oso?. Si en su primera hazaña, recogida no solo
en los primeros cronicones, no solo plasmada en piedra en los capitales de S.
Pedro de Villanueva y en otras mil estampas, sino citada también por Jabino en
sus diarios, donde señala a Llueves, en el monte Olicio, como el lugar donde se conserva la tradición de ser el de
la muerte de Favila; reafirmada en 1.858 por el Duque de Montpensier que mandó
grabar una cruz en la piedra que supuestamente señalaba el punto de la
tragedia...
...Si la misma hazaña “muerte” de Favila fue
celebrada literariamente en diferentes momentos: en 1.856, memorialísticamente
por los jóvenes tenientes liberales que formaba parte del regimiento de reserva
con cuartel en Cangas de Onís, “que en un periodiquito manuscrito del
que hacían circular copias, que llamaron El Orangután”, cantaban en versos liberales y prosa
revolucionaria la suerte de la regia
pelea hasta que su comandante, D. Juan Vázquez de Mella, aunque progresista se vio
obligado a prohibirles la difusión de sus ideas, y entonces, para reafirmar sus
credos liberales y progresistas acudían,
“Al sitio mismo en que Favila murió, y allí nos descubríamos respetuosamente en
honor del oso regicida”, según cuenta en el libro “Mis Memorias” el gran
personaje, militar, político, ministro de la Iª República y poeta que fue el
canario D. Nicolás Estévanez. Tomó poco después el relevo en verso narrativo,
de sostener la leyenda el famoso agustino lavianés, Fr. Francisco Valdés, cuando todavía no era
obispo, sino estudiante en Valladolid, “La Muerte del Rey Favila”, donde el
aspirante a fraile pinta al oso “Rugiendo entonces; como en el mar la tormenta,
o cual fieros vendavales”; años después, en el mes de agosto de 1.930, aún
reinante, aunque en declive, el abuelo del actual titular de la corona, Alfonso
Camín publicaba en el nº 10 de su revista “Norte”, el poema dedicado a la suerte del pueblo y en
“Elogio del Oso Pardo que mató al Rey D. Favila”. El oso pardo del pardo Pajares.
En el poema del gran poeta gijonés, el oso no es plantígrado carnicero que dio muerte al “ocioso”, sino el pueblo llano y soberano, redentor en París del absolutismo, y que en el caso del oso patrio, más que redimir, recrimina directamente a su rey:
“Tu deber es gobierno en el pueblo,
limpia el alma de sombra y de herrumbre;
no es de andar con cuchillos de caza
tras de mi por la roca y la cumbre,
mientras claman las gentes de abajo,
porque están sin semillas las eras”.
El ocio del poderoso rey. La diversión del Señor...mientras el pueblo padece hambre, como sufre hoy con la tremenda crisis fomentada desde el gran capital, el latrocinio de las exacciones, el recorte de sus derechos, viéndose sometido impotente a todo tipo de usuras.
El buen oso pardo del pardo Pajares, encontraría hoy entre nosotros, un pueblo atormentado, sin mies en las eras; un gobierno sin otro poder que el poder de cobrar impuestos, suprimir antiguos derechos, exprimiendo con todo ello al pueblo al que debe el poder y al que dice representar; a políticos sin principios, sin otro objetivo que el de flotar en la tormenta, y sin capacidad de respuesta; a un rey cazador, o más bien cazado por sus avatares y sus años, mientras las gentes sencillas claman porque las eras están sin semillas, porque los obreros no tienen trabajo, porque las fábricas y las minas, una tras otra, cierran; porque el común carece de medios y de créditos para pagar sus deudas e hipotecas; porque los ancianos enfermos han de volver a pagar medicinas que ya han pagado con cotizaciones a lo largo de sus vidas; porque les reducen las pensiones; porque disminuyendo sueldos de los aún activos, los “amos lejanos” aumentan las horas de trabajo a cambio de la esperanza de conservar el empleo. Claman los pueblos por sus padeceres, y porque los hijos están al punto de quedar sin escuelas; porque la mitra exige su diezmo sin que se preste a pagar los justos tributos con los que concurrir al alivio de los cada vez más excesivos que el pueblo llano se ve obligado a cargar a sus espaldas, ya de sobra dobladas...
Mientras, los señores cazan tigres, dinosaurios o elefantes y los expoliadores, expolian, los devotos entran a saco en vidas y conciencias humildes para imponer a las mujeres crianzas indeseadas, olvidando el “que fallanca es por lo general para provocar naturales goces y no para concebir fijos que acomodar al servicio de los señores”...
Hoy como hace cinco siglos. Y el oso pregunta al abuelo Pelayo o a Prisciliano el visionario ¿Es acaso el ministro Gallardón un pendón de los tiempos pasados? ¿Es acaso el ministro Wert el pecio que quedó perdido en el lago del Retiro de Madrid tras del hundimiento por el España de la Institución Libre de Enseñanza? ¿Es por desgracia la ministra Mato, cuyo apellido es incontestable, la encargada de garantizar la salud de nuestro pueblo? ¿Está en manos de Santamaría el vice mando de este inútil ministerio que preside un ser de plasma sin carne, sin hueso, sin alma?. Santa María. El Capital. La Virgen de Fátima. El Opus Dei. Los Legionarios de Cristo. Razón y Fe. Trono y Altar… ¿Como hace mil trescientos años?...
Y el oso en vez de dejarnos tierna e inocente República, huyó espantado de Llueves, por temor al capital y a sus crueles bípedos, neoliberal-depredadores.
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