Parler juste
Es quizá la frase que más veces oímos repetida en el
viaje anterior, en noviembre. “Hablemos con propiedad”, no usemos eufemismos,
este año se cumplirán ochenta desde que la cúpula militar del ejército español
dio un golpe de mano para acabar con las incipientes libertades. No hay una “guerra
civil”, una “confrontación fratricida”, sino un alzamiento militar cuidadosamente
planificado para acabar con las organizaciones y las personas que habían
enviado al rey al exilio y estaban construyendo, con notable esfuerzo, una
república para la ciudadanía.
...lavan su ropa interior para cazar los piojos |
Barracones de tres paredes, abiertos al sudoeste para que
los pudieran vigilar mejor, expuestos al viento helador, al frío inclemente;
durmiendo hacinados sobre suelo de paja, lavando la ropa en un mal reguero de
los muchos que surcan estas tierras. A pesar de ello se mantuvieron unidos y
fueron capaces de reorganizar sus partidos y sindicatos como si no hubieran
salido de sus pueblos. Aún siendo maltratados por los gobernantes locales,
celebraron el día de la Revolución francesa como patrimonio de toda la
humanidad.
El CIIMER (Centre d’Interprétation et de Investigation de
la Mémoire de l’Espagne Republicaine), con admirable constancia, ha ido
recuperando los elementos históricos. Sus testarudos miembros han comprado la Gare de Borredon y en
ella han establecido su sede social. Nos enseñan el camino que anduvieron los
exiliados y nos muestran en las paradas intermedias, con sus canciones, la nostálgica
memoria musical de España. Han tenido disensiones con los franceses, como
demuestra la placa conmemorativa: los que se oponían al nombre “campo de
concentración” han preferido apartarse, les parecía demasiado duro, pero la
realidad es tal cual, no se describe con “centro de acogida”. El viento que nos
azota en todo el recorrido, que nos curte la cara, sirve para mantener
desplegadas las banderas tricolores de ambos países, de ambas repúblicas.
Cuando nos sentamos a comer en la Estación contamos más
de 250 personas de cuatro generaciones, que han llegado de otros departamentos franceses; de Bélgica, de Madrid, de Huesca, de Valencia…
No somos los asturianos los únicos que nos hemos dado una zurra de kilómetros para participar en esta conmemoración. No podemos quedarnos al Conseil de Pilotage del domingo, pero dejamos constancia, -incluso escanciadora y musical-, de nuestro apoyo. Antes de irnos, obligada visita en el cementerio de Montauban a la tumba de Manuel Azaña, y al magnífico colegio público francés, -muy próximo-, que lleva el nombre del último presidente de la Segunda República, fallecido en el exilio.
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