Parler juste


Es quizá la frase que más veces oímos repetida en el viaje anterior, en noviembre. “Hablemos con propiedad”, no usemos eufemismos, este año se cumplirán ochenta desde que la cúpula militar del ejército español dio un golpe de mano para acabar con las incipientes libertades. No hay una “guerra civil”, una “confrontación fratricida”, sino un alzamiento militar cuidadosamente planificado para acabar con las organizaciones y las personas que habían enviado al rey al exilio y estaban construyendo, con notable esfuerzo, una república para la ciudadanía.
Hemos vuelto a Montauban, con el Ateneo Republicano de Asturias, para participar en la X Marcha desde la antigua estación de ferrocarril de Barredon al Campo de concentración de Septfonds; para hacer el mismo recorrido de 6’5 kilómetros que hicieron a pie, a principios de marzo de 1939, 16000 soldados españoles. Hoy se conoce como el Campo de los judíos, pero el 90% de las 30.000 personas que aquí estuvieron encerradas procedían de la República española; engrosaron las brigadas de trabajo que mantuvieron la industria armamentística francesa o fueron a parar a los campos nazis. Quienes tuvieron mejor suerte son recordados por su participación heroica en la Resistencia o encontraron puestos de trabajo normales; de los que la tuvieron peor apenas ochenta y una tumbas con nombre figuran en el “Cimetièr des espagnols”, empeño personal de Cesáreo Bustos, que invirtió su indemnización por sufrimientos de guerra y sus propias fuerzas en dar un último descanso digno a sus compañeros de prisión.


...lavan su ropa interior para cazar los piojos


Barracones de tres paredes, abiertos al sudoeste para que los pudieran vigilar mejor, expuestos al viento helador, al frío inclemente; durmiendo hacinados sobre suelo de paja, lavando la ropa en un mal reguero de los muchos que surcan estas tierras. A pesar de ello se mantuvieron unidos y fueron capaces de reorganizar sus partidos y sindicatos como si no hubieran salido de sus pueblos. Aún siendo maltratados por los gobernantes locales, celebraron el día de la Revolución francesa como patrimonio de toda la humanidad.
El CIIMER (Centre d’Interprétation et de Investigation de la Mémoire de l’Espagne Republicaine), con admirable constancia, ha ido recuperando los elementos históricos. Sus testarudos miembros han comprado la Gare de Borredon y en ella han establecido su sede social. Nos enseñan el camino que anduvieron los exiliados y nos muestran en las paradas intermedias, con sus canciones, la nostálgica memoria musical de España. Han tenido disensiones con los franceses, como demuestra la placa conmemorativa: los que se oponían al nombre “campo de concentración” han preferido apartarse, les parecía demasiado duro, pero la realidad es tal cual, no se describe con “centro de acogida”. El viento que nos azota en todo el recorrido, que nos curte la cara, sirve para mantener desplegadas las banderas tricolores de ambos países, de ambas repúblicas.








Cuando nos sentamos a comer en la Estación contamos más de 250 personas de cuatro generaciones, que han llegado de otros departamentos franceses; de Bélgica, de Madrid, de Huesca, de Valencia…


No somos los asturianos los únicos que nos hemos dado una zurra de kilómetros para participar en esta conmemoración. No podemos quedarnos al Conseil de Pilotage del domingo, pero dejamos constancia, -incluso escanciadora y musical-, de nuestro apoyo. Antes de irnos, obligada visita en el cementerio de Montauban a la tumba de Manuel Azaña, y al magnífico colegio público francés, -muy próximo-, que lleva el nombre del último presidente de la Segunda República, fallecido en el exilio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La famosa leyenda del Oso que mató a Favila

X Fiesta del Oso Regicida

UN ALEGATO A LA REPÚBLICA