Con todo merecimiento.




Por Francisco Prendes Quirós.

Recibió Ernesto Burgos en su Mieres del alma, el viernes 29 de abril, la distinción de “Mierense del Año”; para él  un orgullo, el reconocimiento del pueblo que le vio nacer y en el que vivió muchos años, y en el que su familia ejerció el puntual oficio de relojero. Dinastía de relojeros. De vendedores y reparadores de los antiguos relojes, casi ninguno de oro, alguno de plata y casi todos de bravo acero toledano. Roskoff. Entre ofensivos y defensivos. Los viejos mineros compraban relojes fuertes, relojes Roskoff; su solo nombre evoca trabajos hercúleos y violentas revoluciones. Más tarde, llegaron los Omegas, era la tercera generación de valientes mineros.
Pero Ernesto, ni hercúleo ni revolucionario, se formó en la facultad de Historia de Oviedo como humanista culto, y se hizo profesor y republicano. Vive de profesor, disfruta escribiendo semana tras semana en La Nueva España la historia, grande y pequeña de su tierra natal y bien amada, y cumple con sus principios progresivos, practicando y propagando la fe republicana.


Republicano neto. De los antiguos republicanos que se forjaron entre libros en la Institución Libre de Enseñanza. Él tiene, incluso en lo físico, algo del fino estilo de los Salmerón y Gumersindo de Azcárate. También ellos profesores, historiadores y republicanos. Aquellos no eran “compañeros”, ni “camaradas”, sino simplemente “ciudadanos” y entre sí se decían “correligionarios”, porque el autentico republicanismo es como la religión de los hombres que aspiran a  libres, justos e iguales.


Todo cuánto se le dé, todo cuánto se le reconozca a Ernesto, no será baldío, será, a lo peor, solo parco reconocimiento, porque Ernesto Burgos, fundador que fue y Vicepresidente hasta hace poco del Ateneo Republicano de Asturias, y uno de los principales impulsores de la fiesta con que el Ateneo Republicano rememora la hazaña del Oso que mató al rey Favila, merece lo menos, la distinción oficial de su Ayuntamiento, pero también merece lo más: el afecto y el reconocimiento  de sus vecinos y  conciudadanos por lo mucho que ha hecho y escrito por su Mieres del Camino, y todavía por lo que hará, que a Ernesto aún le queda mucho camino por delante…

(Dibujo de Alfonso Zapico, Fotos: LNE y MAF) 

Comentarios

  1. Y lo más importante es que no me lo dieron a título póstumo. Gracias Paco, gracias compañeros.

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