Como si no hubieran pasado 250 años
Texto y fotos:
M. A. Fernández
Explicaba el
profesor José Alba que una de las grandes preocupaciones de Don Álvaro Flórez
Estrada era la generación de riqueza, para ello consideraba fundamental el buen
uso de las tierras; por esa razón estuvo a favor de la Desamortización, pero
por un procedimiento diferente: decía que desposeer a la Iglesia para vender a
los capitalistas era cambiar unas manos muertas por otras; la única forma de
hacer productivas las tierras baldías era que pasaran a propiedad común, del
Estado, que las arrendaría por un largo período, -por ejemplo 50 años-, a
quienes las trabajasen.
El tiempo, como en tantas otras cosas, ha venido a
darle la razón; hoy importantes extensiones siguen sin ser cultivadas mientras
la mano de obra no encuentra ocupación. El empleo, los salarios adecuados, la
instrucción de la clase trabajadora, son, para Don Álvaro, la garantía de la
afección de la ciudadanía a la Democracia; sus contrarios, el hecho de que "los
trabajadores no reciban la justa recompensa a sus fatigas, son la causa de
todos los males de las naciones”.
Como cada día 16
de diciembre, el Ateneo Republicano de Asturias honra en Noreña, con la
inestimable colaboración del Ayuntamiento, la memoria del prócer, al que
sorprendió la parca en esta villa cuando trabajaba en la octava edición de su
obra capital, el Curso de Economía política. Abrió el acto el presidente del
Ateneo, ciudadano Alejandro Villa Allande, que puso el foco sobre los
resultados de la llamada crisis en estos años; las rentas de capital han ido
arañando espacio a las rentas de trabajo. Mientras los salarios han ido bajando, los directivos empresariales, incluso los de aquellas empresas al borde de la
quiebra, han recibido escandalosas y millonarias indemnizaciones, como Benjumea en
Abengoa o Cebrián en Prisa.
Este prólogo sirvió
para introducir el ameno discurso de José Alba, -profesor de Economía aplicada en la Universidad de Oviedo-, que explicaba como, aún no
siendo especialista en la figura del polígrafo somedano, en este curso se había
visto inmerso en sus circunstancias, como consecuencia de trabajos académicos
sobre el aniversario. Admiraba, en primer lugar, la preparación del personaje. Nacido en un
paraje bien apartado del mundo, como es la Pola de Somiedo, tuvo una magnífica formación, que incluía el
manejo de idiomas clásicos y modernos. Hombre leído y manejador de amplios
saberes, se preocupó de temas generales tanto como de estudios específicos, por
ejemplo análisis estadísticos o el brillante informe sobre los aranceles
americanos, en el que recomendaba la libertad de comercio, para bienestar de la
ciudadanía sudamericana, aumento de su riqueza y, por ende, de los impuestos a
la Corona. En los trabajos de la Constitución de 1812 actúa, digamos, como
asesor; sus informes tiene mucho peso en la evolución de las tareas.
El Curso de
Economía política, su paso definitivo al estudio de la Ciencia económica, se
produce a una edad avanzada; ya ha pasado los sesenta años; se ve que cuando
escribe no sólo conoce la materia, sino que la ha discutido con los grandes pensadores
del momento. Debe anotarse que está en Londres, en pleno meollo del nacimiento
de esta nueva ciencia. Se dedica a su estudio desde la preocupación por mejorar
la situación social, “La economía política puede mejorar la sociedad”. La
primera edición, en la capital británica, sale en 1828; no es tanto una obra
original como la recopilación crítica de
los mejores saberes del momento. Desde este momento hasta el de su
fallecimiento, como queda señalado, siguió trabajando en el Curso,
perfeccionándolo; recibiría amplios reconocimientos internacionales a sus siete
ediciones.
Mientras, en
España, fue Don Álvaro perseguido,
condenado a muerte en dos ocasiones y forzado al exilio. Sin embargo su figura
fue honrada al norte de los Pirineos. Cuenta Alba como ejemplo que la novela
Los Miserables arranca con el entierro del general Lamarque; pues bien, en sus
funerales, compartiendo sitio con La Fayette, en una tribuna a la que no se
subía cualquiera, habló Don Álvaro Flórez Estrada, nacido en nuestras montañas, trabajador en cargos públicos en Sevilla y Madrid, actor del rasgo de
soberanía asturiana que significó declarar la guerra a Napoleón, exiliado en Londres y
París, fallecido en el Palacio de Miraflores, en la Villa de Noreña.
Su figura ha
venido siendo recuperada desde el siglo XX, con estudiosos como Ernest Lluch o Salvador
Almenar. Universidades de prestigio internacional le citan en estudios
recientes; Alba: “No hace mucho leía un artículo publicado por un profesor
taiwanés en un universidad USA, que lo citaba como uno de los primeros
divulgadores de las teorías de Adam Smith. Sin embargo no hay manera de que la
Universidad de Oviedo deje constancia pública, le honre, como uno de sus
alumnos distinguidos…”
Noreña sí lo reconoce como un vecino de alta consideración; nunca falta el Ayuntamiento a esta celebración, primero en la figura de César Movilla, que en octubre dijo adiós a sus responsabilidades políticas, y ahora con el apoyo entusiasta y decidido de su alcaldesa, Amparo Antuña Suárez , representando en el acto a la nueva corporación municipal. Empezó afirmando que “cuando alguien trabaja con ilusión por algo, allí debemos estar los políticos, apoyando las iniciativas de la sociedad civil; pero en este caso, esta iniciativa nos exige más, por la importancia de la figura de Flórez Estrada..Nos ha dejado más de una línea maestra a seguir; por ejemplo, su coherencia sin paliativos. Se vio obligado a abandonar el país, pero jamás se abandonó a sí mismo; jamás abandonó sus convicciones”
Como es
tradición, acudimos luego a la entrada del cementerio, donde se recuerda a Don
Álvaro, a falta de tumba, desconocido el lugar de su enterramiento, con la
lápida colocada en su honor. La segunda, que la primera fue destruida por la
sin razón. Allí se colocó una corona de laurel. Alejandro Villa se dirigió a
las personas presentes; puso la nota musical, sin arredrarse con la lluvia
pertinaz, la amabilidad de dos desinteresados colaboradores, “el veterano
gaitero de Carabanzo, Eliseo Quiñones, y el joven Daniel Valdés, encargado de
tocar el tambor”, como escribió el corresponsal de La Nueva España, cuya
presencia agradecemos, junto a las de El Comercio y El Nora, en tan día tan climatológicamente
desapacible.
templos ostentosos recuerdos a los vencedores del golpe. No sólo en ellos, el Ateneo ha decidido retomar la iniciativa para que de la fachada del cuartel de la Guardia civil de Noreña se cumpla la Ley y se retire el escudo del régimen golpista.
Cierre del ejercicio para el
Ateneo; como es tradicional, comida fraternal en torno al más famoso de los
platos noreñenses, los alimenticios, proletarios, humildes, sabrosos, nunca
bien cantados, callos. Este año ha sido particularmente movido, con actividades
nacionales e internacionales, que 2017 sea generoso con toda la
ciudadanía y no sea parco en libertades y derechos cívicos. Que sobre el
horizonte veamos brillar un arco iris en el que destaquen tres colores.
¡Salud y República!
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