La famosa leyenda del Oso que mató a Favila
La leyenda de la muerte
de Favila fue señalada en piedra por un Montpensier en la aldea de Llueves,
sobre Cangas de Onís, y allí iba Nicolás Estébanez y Murphy, un poco antes de
ser general y ministro de la Primera República, junto a otros compañeros de
armas y de ideología liberal, para descubrirse en honra del valiente animal.
Cuando a la plebeya Ortiz Rocasolano (Letizia) le dio por desposarse con un
Borbón (Felipe) que entonces estaba empleado como príncipe en Madrid, quiso el
Ateneo compensar a Asturias de tal afrenta, y recuperó la celebración de honores
al Oso.
Hubo este año menos
participantes que el anterior, porque los militantes del PSOE se quedaron en
casa, a reflexionar por las primarias; las mujeres cubrían una marcha feminista
entre Bimenes y Nava; las carteras hacían lo propio entre Lugones y Oviedo para
que no cierren Correos (acompañadas de algunos carteros); las gentes de Podemos iban camino de la Plaza
del Sol para mostrar músculo político. Ante tanto evento, no disponía la
Charanga Ventolín del número de músicos necesario para presentar la calidad
habitual ante este exigente público. Y por último la Santa Madre Iglesia estaba
muy entregada celebrando a Talaleo de Egea, santo muy milagroso en la cosa de la
salud; tan ocupada que no tuvo a bien dejarnos las llaves de la capilla donde
habitualmente tomamos la luz.
Aún con problemas de
sonido, por causas teológicas, el centenar de personas reunidas escuchó la
lectura de la solicitud entregada a ese Delegado del gobierno tan lenguaraz, para
que se diera por enterado de que un año más se celebraba “una reunión pacífica
y sin armas, de más de veinte personas”. Con el permiso de la autoridad competente
y permitiéndolo el tiempo con un magnífico día de sol, llegó el Oso desde su
refugio de invierno y fue glosado por Roberto Pato y Coto, periodista, con el
resumen de la entrevista a Amador del Monte que próximamente será publicada en
estas mismas páginas.
Vino después la hora de
los poetas. Albino Suárez, escritor hecho a sí mismo; minero de Tiraña, discípulo
y reivindicador incombustible de Camín, nos acompaña siempre que puede y nos surte
siempre de poemas inéditos:
¡Oso
de Llueves, famoso
en
defender tu guarida, / por el rico perseguida
y,
por el monarca ocioso, / acosada de por vida…!
Bien
has hecho, al defenderte, /que originaras la muerte
al
llamado rey Favila; / rey que cobra y que maquila
sin
moler, y por su suerte
y
la tuya, no espabila…
De
modo que, por tu acción,
te
llamaron regicida/ que fue defender tu vida
y
defender tu rincón…/ Y, -las cosas como son-,
ésa
fue y no otra cosa / lo ocurrido: quien te acosa
por
ociosidad y vicio / que pague tanto
estropicio
y
su manera capciosa
de
no tener otro oficio…
Por
tanto, Oso, por tanto
es,
que retornes, urgente. / Y que tu zarpa valiente
rompa
de España el quebranto, / que el pueblo sufre paciente…
¡Sea
así, Oso, paisano, /compañero, amigo, hermano!,
y
que tu zarpa en la entraña / repercuta en la montaña
y
se prodigue en el llano, / con grito republicano
sobre
las tierras de España ¡
Retorna,
pues, Oso amigo
y
vuelve de nuevo entero / contra tanto desafuero
y
contra tanto enemigo, que, si a unos pisa el trigo,
a
otros, pisa el hogar. / Y a ti te quiere cazar,
hoy
como ayer, que ha venido / otro rey, sino bandido,
que
sí te quiere humillar…
Que
eso, Oso, tal ha sido
desde tiempo secular…
Ramiro Pinto, es
leonés, pero en esta ocasión se ha esforzado para repetir entre nosotros; un
viaje relámpago ida y vuelta desde Madrid, acompañado de su hija Elsa, que
algún día nos preparará una escenografía para el caso. Dijo Ramiro:
porque
para un oso es un estorbo
y
una amenaza de fatuas bravatas
como
lo es para el pueblo
el
protocolo televisado
de
quien dice ser un rey.
.
Tanta
infamia noticiera
que
nos quieren hacer creer
constitucionalmente
de sus transiciones
traiciones,
ficciones, guiones.
pero
estamos en Llueves
y
pedimos que llueva
¡ojalá
que llueva!
libertad,
libertad.
.
Andrés Huerta, artesano, polifacético, hombre
leído, nos trae la poesía de E. J. Parainás:
Ésa que le robó tres colores al Arco Iris,
ésa que hunde a la monarquía con sus honores,
esa amante del pueblo que todo lo puede,
ésa que grita libertad e igualdad por cada ciudad que recorre,
ésa que nos dio una herencia de esperanzas,
ésa que se alegra cada vez que alguien la llama,
ésa que desnuda a la Iglesia con crudeza,
ésa que no tiene príncipes ni princesas,
esa niña bonita que le guiña un ojo a la democracia,
ésa que cuentan con orgullo los ancianos del lugar,
ésa que fue derrotada por injusticias del ayer,
ésa que todos ansían que se proclame por tercera vez.
¡Viva la República!
Compartimos una interesante fabada con amigables
conversadores de Francia, Perú, Galicia, Madrid, León, Llaviana y la Barriada
de Lada. Una vez arreglado el mundo y dejado tambaleando el gobierno, se
cruzaron apuestas sobre resultados de primarias y de fútbol, pasamos a la
segunda parte de la Fiesta: Se presentó la imagen de la XV edición, obra de la
artista María Cifuentes, que fue glosada por Queti Ortega; una magnífica pintura, que ha sabido captar el espíritu de la celebración y cuya donación le
agradecemos. El original, calurosamente aplaudido, se sorteó entre los
presentes.
Pasamos después a homenajear a Eliseo Quiñones, que
se ha convertido en nuestro gaitero oficial. Siempre desinteresadamente,
colabora con alegría en todas nuestras celebraciones. (Sobre todo ahora, que ya
sabe tocar el Himno de Riego). El joven Daniel Valdés, que le acompaña al
tambor, tendrá que golpear el parche unas cuantas horas antes de que le
corresponda un tributo parecido.
Rafa Lorenzo nos regaló la interpretación de los
temas que no había podido hacer a la mañana; nos obsequió con la primicia de una
nueva composición. Para el discurso de cierre, el Ciudadano presidente prefirió
dejar una parte del tiempo de su intervención a José Luis Iglesias, cabeza
visible de Asturias Laica, para que explicara el proyecto de presentación de
una moción en la Junta General del Principado, exigiendo que se tome en
consideración la fecha del 25 de mayo, en la que la población astur de 1808 se
proclamó soberana para declarar la guerra al francés y, obviando al rey felón,
establecer alianzas con Inglaterra para la defensa de la Libertad. Esa debe ser
nuestra auténtica Fiesta nacional, y no la celebración actual de misa en
Covadonga. Alejandro Villa, a capella, y
el dúo Quiñones&Valdés a gaita y tambor, nos acompañaron en la despedida
con el Himno de Riego.
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