Juan Carlos de Borbón o la traición al pueblo saharaui
Por Juan Luis Vallina Ariznavarreta
Después
de 45 años de abandono y silencio, el Sáhara Occidental o provincia
53 del Estado Español, sigue sumida en el mayor de los olvidos
posibles, sufriendo la división de un pueblo hermano, la privación
de las libertades y el sometimiento a los dictados de una monarquía
despótica y cruel como es la
marroquí. Todo ello con la tolerancia de los organismos internacionales y la connivencia de las “democracias” occidentales para las que priman la expoliación de los recursos naturales saharauis negociados con el ocupante, a la defensa de sus derechos como pueblo soberano que debe ser.
marroquí. Todo ello con la tolerancia de los organismos internacionales y la connivencia de las “democracias” occidentales para las que priman la expoliación de los recursos naturales saharauis negociados con el ocupante, a la defensa de sus derechos como pueblo soberano que debe ser.
Para
entender este conflicto, hay que situarse en la etapa pre-democrática
en la que se dieron una serie de condiciones favorables para los
planes expansionistas de Hassan II. El primero era el apoyo de
Francia y EE.UU. con que contaba Marruecos y el segundo la situación
política que España vivía en ese momento con Franco moribundo, una
dictadura debilitada por los acontecimientos sociales que vivía y un
heredero nombrado por el dictador que necesitaba acreditarse
internacionalmente para que fuera reconocido en una nueva etapa que
habría de venir tras la muerte inminente del dictador. A ello hay
que añadir la parálisis reinante en el gobierno de Arias Navarro
consciente ya, de que el fin de la dictadura estaba anunciado y que
la democracia había ganado la calle.
El
apoyo con que contaba Hassan II, reforzó sus tesis expansionistas y
osó desoír el dictamen del Tribunal internacional de Justicia de
La Haya hecho público el 16 de octubre de 1975 (y solicitado por el
mismo Marruecos), en el que no se reconoce soberanía alguna de estén
país sobre el Sáhara Occidental.
No
obstante ese mismo día Marruecos anuncia la Marcha Verde con el
siguiente pronunciamiento: “Tenemos que iniciar una marcha verde
desde el Norte de Marruecos hacia el Sur y desde el Este al Oeste.
Tenemos, querido pueblo, que levantarnos como un solo hombre, con
orden y organización para dirigirnos al Sáhara y encontrarnos con
nuestros hermanos allí”. Lo que habría de venir, es sobradamente
conocido. Napalm, fósforo blanco, muerte y un largo exilio para la
mitad del pueblo saharaui que huye y encuentra refugio en Tindouf al
amparo del gobierno argelino y que 45 años después aún sigue
viviendo en esas condiciones.
El
21 de octubre de 1975, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón,
heredero del dictador, se niega a aceptar la jefatura del Estado con
carácter interino. Quiere plenos poderes para poder actuar en el
Sáhara Occidental.
Una
semana después (31 de octubre), el monarca español asume la
jefatura del Estado y ese mismo día convoca un Consejo de Ministros
en la Zarzuela con un tema prioritario, el Sáhara. Juan Carlos
manifiesta su férrea determinación de ponerse al frente de la
situación. Lo que oculta, es que ya ha enviado a su hombre de
confianza, Manuel Prado y Colon de Carvajal a Washington a negociar
las condiciones con el entonces Secretario de Estado Henrry
Kissinger.
Juan
Carlos es consciente de que una guerra colonial con Marruecos, podría
precipitar los acontecimientos y hacerle perder su corona antes de
ceñirla.
El
Secretario de Estado norteamericano Henrry Kissinger acepta la
mediación solicitada por el nuevo jefe del Estado español e
intercede ante Hassan II y en las siguientes horas se firma un pacto
secreto por el que Juan Carlos se compromete a entregar el Sáhara
español a Marruecos a cambio del total apoyo político de EE.UU en
su andadura como rey de España.
El
2 de noviembre Juan Carlos visita las tropas españolas en El Aaiún
a los que no duda en decirles: “España no dará un paso atrás,
cumplirá todos sus compromisos, respetará el derecho de los
saharauis a ser libres” y también dice “No dudéis que vuestro
comandante en jefe estará aquí con todos vosotros, en cuanto suene
el primer disparo”.
Lo
que sucedió después es de todos conocido.
Juan
Luis Vallina Ariznavarreta es miembro de la directiva del Ateneo Republicano de Asturias y fundador de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
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