Madrid, Madrid, Madrid...


“Madrid es España, y España es Madrid” oímos anunciar a la inefable presidenta de la Comunidad Autónoma madrileña. Más precisión hubiera logrado si hubiese dicho “Madrid es parte de España, y España es mucho más que Madrid”.

Madrid: Un poblachón con alcázar musulmán y unos pocos miles de habitantes a principios del siglo XVI. Alcalá de Henares, Segovia, Valladolid,  eran más importantes. La enfermedad padecida por Felipe II, la gota, coadyuvó decisivamente a una capitalidad que no tenía otra justificación. Tanto Sevilla, Granada, Barcelona y, desde 1580, Lisboa reunían mucho mejores condiciones para albergar la capital del nuevo Imperio español.

Pero aquí estamos, y creo que nadie, después de cuatrocientos años, va a cuestionarlo. Sin embargo, me gustaría repasar algunas realidades sociales, económicas y sí, también sanitarias, que espero sitúen a Madrid  en el lugar objetivo que le corresponde dentro del Estado.

La Comunidad Autónoma (CCAA) madrileña alberga a poco más de seis millones y medio de personas, que representan el 14% de la población de España. Cataluña la supera en un millón, y Andalucía en casi dos. Tercera CCAA más poblada, pero con una extensión pequeña, superada por todas las demás, con la excepción de los archipiélagos, del País Vasco, Cantabria y La Rioja. El territorio de la CCAA supera levemente el uno y medio por ciento de la superficie nacional. Asturias tiene más del dos por ciento.

Carente de un mar cercano, que siempre facilita el comercio, o de recursos mineros o agrarios importantes, solamente la decisión de Felipe II, refrendada por su hijo Felipe III, puede explicar el gran peso político, demográfico, económico y social que tiene hoy Madrid. Peso que aumentó paralelamente a la acelerada industrialización de España desde hace sesenta años. Los no madrileños podríamos quizá sentirnos perjudicados por diferentes motivos fácilmente comprensibles: no son pocas las empresas que, desarrollando su actividad en otras CCAA, centralizan en Madrid sus centros administrativos, con miles de trabajadores con sueldos altos. Al mismo tiempo, Madrid atrae actividades económicas por esa retroalimentación entre factores políticos, económicos, administrativos, que convierten a la ciudad en un centro decisivo del país. Añadamos otros asuntos no desdeñables, como una política impositiva autonómica mucho más “generosa” para las grandes fortunas y las grandes empresas, que detraen recursos importantes de otras CCAA. Y así, pueden alardear algunos políticos conservadores de la salud económica de Madrid. Como broma, que se convierta a Miranda de Ebro en capital de España (en el siglo XVI tenía más razones objetivas que Madrid) y veríamos cómo en el transcurso de unos años se convertiría también en una urbe mucho más importante que Burgos.

Y ahora, la cuestión sanitaria: en artículo publicado por LNE hace unos meses, yo trataba de denunciar la flagrante discriminación que suponía el reparto entre las CCAA de los dineros procedentes de Europa para combatir la crisis del Covid-19. Resumo: dos CCAA pobres, como Extremadura y Asturias, eran las que más dinero público dedicaban a la Sanidad, junto al País Vasco. Mientras que dos de las más ricas, como Cataluña y Madrid, gastaban por persona menos de la mitad que las anteriores. Diferencias abismales que no se comprenden. Y sin embargo, la mitad de los primeros seis mil millones de euros para ayudar en la crisis del Covid-19 y aportados por la Unión Europea (pero repartidos por el Gobierno español) fueron a parar a Cataluña y a Madrid, que por sí solas representan menos de un tercio de la población española. Si algún lector lo entiende, que trate de explicarlo.

Quizá no sea una consecuencia, pero los nuevos recursos económicos puestos a disposición de Madrid pueden haber ayudado a limitar los efectos negativos de la pandemia en las últimas semanas. Pero no es para repicar las campanas y presumir, como lo hace día sí y otro también la presidenta Ayuso del “éxito” de sus políticas sanitarias (hoy dice que habrá un hospital próximo a Barajas. ¿Construido con esos fondos europeos?). Trato de demostrarlo, reconociendo que la situación ha mejorado allí, igual que ha empeorado en Asturias:

A las dos de la tarde del día 23 de noviembre, estas son las cifras oficiales de  los estragos causados por la pandemia en Madrid, Cataluña, Asturias y España en su conjunto:

Comparen con el cuadro anterior. Madrid, hasta ahora, no puede echar las campanas al vuelo. Todavía empeora los resultados de Cataluña que, por otra parte, no son nada buenos. Y nuestra Asturias, a pesar del deterioro evidente de la situación desde finales del verano, aún se mantiene con mejores cifras. En relación a su población, para estar igual que Madrid en número de fallecidos por la pandemia, tendríamos ahora más de mil seiscientos. Por lo tanto, señora Isabel Díaz Ayuso y sus correligionarios más que conservadores, menos alardear de éxitos que no existen, y más solidaridad con el resto de los españoles que, directa e indirectamente, ayudan a que Madrid sea la comunidad autónoma más rica de España.

 
Presidente del Ateneo Republicano de Asturias.

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