Sobre la Segunda República.

Alejandro Villa Allande  (Presidente del Ateneo Republicano de Asturias)

Diario El Comercio ( Gijón/Asturias) 



Me siento impelido a escribir para recordar algunos aspectos de la política de la Segunda República, hoy (ayer para ustedes, los lectores) que se cumplen 82 años de la muerte en el exilio francés de D. Antonio Machado, y que es víspera del día en el que unos funcionarios del Estado, que tienen el que deberían considerar privilegio de portar armas (nunca contra el pueblo que les paga sus sueldos), y acaudillados por el teniente coronel Tejero, intentaron hace cuarenta años que nuestras incipientes libertades quedaran cercenadas durante otra temporada, más o menos sangrienta.

He leído recientemente que la República fue poco menos que un desastre. Resumirla con una serie de afirmaciones muy superficiales no es serio. Fueron cinco años muy complicados, con una crisis económica de alcance mundial, muchísimo peor que la que estamos soportando actualmente, con la llegada al poder de Hitler en Alemania, con Mussolini afianzado en Italia, y con el más serio intento de vida democrática en España, en medio de un clima nada favorable. Se habla de “aproximadamente 2.500 muertos por violencia política entre 1931 y 1936”. Cinco años. Exactamente los mismos que transcurrieron de 1939 a 1944, en los que ya no había partidos, bueno, perdón, uno solo, FET y de las JONS, y en los que unas cincuenta mil personas, tan españolas como los vencedores, fueron fusiladas por el “patriótico” régimen de Franco. Habría que añadir los miles que perecieron en las cárceles (¿les suena un tal Miguel Hernández?) y los que no sobrevivieron en los campos de concentración y posteriormente en los batallones de trabajo. Un auténtico genocidio. Seguimos siendo el país desarrollado con más restos de asesinados en innumerables cunetas y campos de España. Hablar de “paseos” refiriéndose solamente a los asesinatos cometidos por incontrolados, nunca por el Gobierno republicano, es ocultar la verdad. Muchos más “paseos” y asesinatos  tuvieron lugar en los primeros años de la violenta dictadura de Franco. Sin comparación posible. Y la persecución, atenuada con el paso del tiempo, nunca desapareció. Cito una frase de D. Rafael Azcona: “He tenido mucho éxito como escritor y guionista para el cine, y materialmente vivo mucho mejor que cuando era mancebo de farmacia. Pero le digo que hubiera preferido seguir con ese humilde empleo con tal de no haber sufrido la dictadura”.


Monumento a la Segunda República ( Masnou- Oriol Rius i Camps en 2007)
(Monumento a la Segunda República
 ( Masnou- Oriol Rius i Camps en 2007)

La Segunda República, a pesar de toda la basura que pretendan echarle encima, fue el intento más serio y democrático de modernización de España, dominada durante muchos siglos por el absolutismo, la Iglesia Católica, y las grandes fortunas. Deberíamos preguntarnos por qué la República dedicó tanto esfuerzo a la construcción de escuelas (en cinco años más que en los cuarenta anteriores) y a la formación de maestros, por qué España fue uno de los primeros países en reconocer el voto femenino, por qué se aprobó una legislación laboral avanzada y una Reforma Agraria que hizo poco debido a la radical oposición de los poderosos terratenientes, aliados con la derecha. Y por qué la inmensa mayoría de una generación inigualable de intelectuales, científicos y artistas tuvo que exiliarse y colaborar a enriquecer a otros países, desde Francia a Estados Unidos, México, Argentina, etc. Manuel de Falla, Severo Ochoa, Juan Ramón Jiménez

En fin, la República democrática, con todos los políticos elegidos por el pueblo, es la forma de gobernarse más racional que existe. Ningún sentido tiene que todavía el Jefe del Estado sea una persona que lo hereda de su padre que, a su vez, fue nombrado por el general Franco, ese individuo que era capaz de ir firmando sentencias de muerte mientras desayunaba. 

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