UN ALEGATO A LA REPÚBLICA
Juan Luis Vallina Ariznavarreta
(Vocal Ateneo Republicano de Asturias)
"Muchos nos sentimos herederos de aquellos valores republicanos. Valores de compromiso social y de libertad"
Se
van a cumplir 90 años de la llegada de la Segunda República a España, su corta
vigencia, al ser interrumpida por un golpe de Estado que trajo después 40 años
de oscuridad y una posterior convalecencia
que a veces parece alargarse, no resta ni un ápice su brillantez. Fue un
proyecto político que de haber prosperado habría logrado que la sociedad
española se hubiera equiparado con mucha más rapidez a las grandes sociedades
modernas. Si hubiera tenido continuidad el proyecto político de la República,
habría dado respuesta a algunas de las heridas que todavía hay en la sociedad
española y habría reparado algunos de los atrasos históricos que vivimos.
No
pretendo que sea ésta una declaración de nostalgia. Ni mucho menos. Pero si es
justo decir desde el reconocimiento y admiración por los valores republicanos
que la República quiso transformar España para convertirla en un país más
justo, progresista y avanzado. Un país en el que se combatiera la
desigualdad-que en aquellos años era escandalosa- y se acabara con privilegios
feudales que todavía existían bien entrado el siglo XX.
Fueron muchos los hombres y mujeres entregados
a ese proyecto que reconoció los derechos de las mujeres, intentó universalizar
la cultura y la educación, combatió el imperante analfabetismo, quiso modernizar
la justicia, construir un Estado federal y ser un país puntero en la Ciencia y
el Arte. Fue un proyecto político que intento modernizar nuestro sistema
agrario y convertirnos en un país laico en el que la iglesia no tuviera poder
de decisión política.
La
Republica diseñó un Estado moderno a pesar de las dificultades. Basta ver los
avances logrados en numerosas disciplinas durante aquellos años y el yermo
cultural, social y político que vino después.
Ahora
que hay ciertas corrientes de falsos historiadores que quieren confundir y
desprestigian lo que supuso la República –en la que por supuesto no todo fue
idílico-, conviene reivindicar esa época democrática y de progreso, en la que
hubo gobiernos de todas las ideologías y en la que se consiguieron indudables
logros sociales.
Muchos
nos sentimos herederos de aquellos valores republicanos. Valores de compromiso
social y de libertad. De trabajo por construir una sociedad más justa e
igualitaria. Se van a cumplir 90 años, han sucedido muchas cosas en este país y
siempre hay que mirar hacia adelante.
Nuestro
actual modelo nos permite defender la esencia de lo que defendían aquellos
hombres y mujeres de la España de los
primeros años 30 del siglo pasado. De ahí que debamos propiciar un debate sobre
el modelo de Estado, que cobra clamor social y que ha de asumirse con el grado
de madurez y consenso que la causa exige. Mientras, el legado de la República
debe ser reconocido, aplaudido y su memoria reparada tras ser condenados muchos
de ellos a la muerte y, en el mejor de los casos a la depuración y al exilio.
Noventa años después de aquel corto pero intenso sueño de avance y progreso,
quiero rendir en estas páginas del Ateneo Republicano de Asturias, mi pequeño
homenaje, apostando por un proceso constituyente que nos lleve a la Tercera
República no solo como forma de Estado, sino como una nueva concepción
caracterizada por determinados principios, valores, contenidos y un
funcionamiento institucional vinculado a la realidad social.
Rechazo
la monarquía porque supone reservar para una familia la magistratura del
Estado, excluyendo al resto de la sociedad y manteniendo constitucionalmente un
régimen de irresponsabilidad que constituye el caldo de cultivo ideal para la
corrupción y en el caso de la monarquía española, consagra un modelo patriarcal
al preferir la sucesión masculina a la femenina.
Asumo
por tanto la tradición republicana de libertad como emancipación individual y
colectiva y como modelo de participación social.
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