NOVENTA AÑOS DE LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA

Alejandro Villa Allande

Presidente del Ateneo Republicano de Asturias

Diario La Nueva España 14.04.2021



Pues sí, ya han transcurrido noventa años del día en el que mi hermano Rufino, con lengua de “trapo” todavía, gritaba desde el balcón del primer piso de la calle Julián Duro, de La Felguera, “¡¡VIVA LA REPÚBLICA”!!, repitiendo así la proclama de cientos de personas que desfilaban entusiasmadas ante el final de la detestada monarquía borbónica.

El honor de la primera proclamación lo tuvieron dos ciudades norteñas: la industrial Eibar, y la rural Sahagún de Campos. El que se atrevió a hacerlo en la ciudad leonesa, D. Benito Pamparacuatro Franco, era hijo de asturiano y sahagunesa. Tras el golpe de julio de 1936 fue fusilado en el Hostal de S. Marcos, de León. El alcalde de Eibar, D. Alejandro Tellería Estala, hijo de palentinos, capturado y enviado al penal de Burgos, falleció en 1939. Buenos ejemplos de lo que sería la dictadura de Franco; había que “eliminar a todos los que no piensen como nosotros” (General Mola).

Se estaba conmemorando estos días la inclusión del voto femenino en la Constitución republicana de 1931. Y se consiguió antes que en Francia, Suiza, Italia….

Siempre me gusta destacar la enorme influencia que la Institución Libre de Enseñanza ejerció en la República de 1931. Y quizá la labor más destacada de esta para sacar al país de su atraso secular se cristalizó en la política educativa del nuevo Gobierno. La construcción de miles de escuelas, la formación de miles de maestros (se aumentó la plantilla de Primaria y de Secundaria en 13.500 profesores los dos primeros años de la República, y se subieron los sueldos), las bibliotecas, fijas y ambulantes, las Misiones Pedagógicas con la participación de destacados intelectuales, el teatro, la poesía y el cine  llevados a todos los rincones del país. Se pretendía acabar con el analfabetismo, que alcanzaba a la tercera parte de la población, para poner unas bases sólidas a la modernización de España. Por cierto, el cuerpo de maestros de la República quedó diezmado con fusilamientos masivos, cárcel, destituciones y exilio: “ABAJO LA INTELIGENCIA, VIVA LA MUERTE”, le gritaron a D. Miguel de Unamuno en octubre de 1936 en “su” Universidad de Salamanca. 

En esta brevísima reseña de lo que pudo ser un país democrático si la España facciosa (grandes fortunas, iglesia católica y sectores del Ejército, con la decisiva intervención militar y económica de la Italia fascista y la Alemania nazi) no lo hubiera impedido, termino con el sabio lema con que nos despedimos los demócratas: ¡SALUD Y REPÚBLICA! Para todos.




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